¿Porqué debemos repensar la globalización en 2022?

¿Porqué debemos repensar la globalización en 2022?

Oscar Rojano

En junio de 2020 el economista Jeffrey J. Sachs lanzó su más reciente obra, The Ages of Globalization. En el prefacio el autor estadounidense recalca que la globalización puede mejorar la condición humana, pero también generar amenazas inesperadas. La pandemia de covid-19, por ejemplo, es el resultado de las interconexiones humanas alrededor del mundo. Al entrar en el tercer año de esta pandemia histórica, en la cual las conexiones catalizaron la propagación del virus a cada rincón del mundo, debemos preguntarnos qué podemos entender por globalización y por qué se trata de un concepto importante para explicar nuestra agitada actualidad.

Hoy en día el concepto globalización se ha vuelto parte del lenguaje popular, donde lo primero que viene a la mente al pensar en este proceso es un mundo donde la población se encuentra comunicada con quienes viven en otras regiones. A inicios del último cuarto del siglo XX, la globalización emergió como idea no sólo en el campo académico, sino también en la prensa, como muestra la gráfica 1.

En un primer momento en la década de los 90 la globalización creció de forma exponencial como consecuencia de los cambios económicos y políticos provocados por el colapso de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría. El capitalismo surgió entonces como la ideología dominante alrededor del mundo, y la globalización representaba el alcance global de este cambio.1 El mundo presenciaba el “fin de la historia” y el ascenso de la economía liberal y de mercado.2 Las barreras al comercio eran cosa del pasado y el capitalismo se encontraba solo para dominar al mundo a través de la universalización de los mismos principios económicos: la producción enfocada a la ganancia a partir del usufructo de mano de obra legalmente libre, con capital principalmente privado y con una coordinación descentralizada.3 En el plano económico y financiero, la globalización surgió como un proceso de interacción entre lo local y global, estimulado por el aumento en migración y turismo, pero también como consecuencia de la revolución en las tecnologías de la información y la comunicación.4 Estas redes permitieron la venta de productos novedosos alrededor del mundo a través del surgimiento de corporaciones transnacionales.5

A pesar de las ventajas acarreadas por la globalización en términos de la integración mundial, algunos comenzaron a cuestionar los beneficios de este proceso. Un parteaguas en el surgimiento de los movimientos antiglobalización fue la protesta de 1999 en Seattle, Estados Unidos, donde una masa importante de ciudadanos marchó en contra de la Organización Mundial del Comercio (WTO por sus siglas en inglés) y sus políticas contra los derechos laborales y las leyes poco democráticas de la organización, la cuál era comandada por los intereses de las corporaciones y de las clases altas. Estos intereses ejercían un poder considerable sobre los estatutos de la misma organización, lo que dio pie al surgimiento del movimiento global en búsqueda de una nueva democracia.6 En este escenario el proceso globalizador comenzó a generar ansiedades respecto al aumento en la desigualdad, la alternancia de poderes y la uniformidad cultural.7 Desde esta perspectiva, la globalización, al ser un proceso desigual, sólo beneficiaba a un pequeño porcentaje de la población con consecuencias catastróficas para los países pobres.8 Las consecuencias negativas de la globalización comenzaron a ser estudiadas a fondo, tanto en el plano del sistema financiero global9 — donde diversos cuerpos de investigación han propuesto políticas enfocadas a reparar las consecuencias del proceso integrador global — como a través de propuestas enfocadas a resolver el problema de la seguridad social desarrollando prácticas alternativas, enfocadas a ayudar a los grupos más vulnerables sin debilitar los incentivos del mercado. Esto sucedió tanto en el plano de la liberalización del comercio y la integración de las economías nacionales10 como en el plano político.11

Por tanto, la globalización generaba no sólo desigualdades económicas, sino que también era una fuerza potencialmente desestabilizadora de regímenes políticos. Muchos estudiosos comenzaron a entenderla como una fuente de conflictos a escala de las relaciones internacionales, desde el tráfico de armas en África Occidental hasta el brote de la jihad.12 En la esfera política, por otro lado, comenzó a cuestionarse la efectividad de la democracia como forma nacional de organización. La autonomía del proceso democrático se vio asediada por los dueños del capital internacional, quienes, a través de la influencia generada a partir de su riqueza, podían interferir en las decisiones nacionales. La unidad Estado-nación y las instituciones que la acompañan no resultan suficientes para combatir los males de la globalización. Como respuesta, se ha planteado la necesidad de generar instituciones autónomas a nivel regional y global para generar un contrapeso a las fuerzas del capital.13

Las perspectivas anteriores dan cuenta del proceso globalizador del siglo XX como un producto del sistema capitalista mundial, un evento inevitable en el que lo relevante es cómo mediar los efectos negativos de la globalización, no ponerle un alto al fenómeno. Estos planteamientos teóricos no van más allá de los eventos generados en los últimos cuarenta años. La  globalización es por lo tanto un producto de la modernidad, si bien existen autores que mantienen posiciones distintas. Sin embargo, como algunos autores han demostrado,14 entender las desigualdades globales demanda pensar más allá de unas cuantas décadas, ya que se corre el riesgo de pensar que fenómenos complejos —como las desigualdades— son consecuencia de eventos recientes y no de patrones históricos como han demostrado.

En este breve recorrido he hecho un recuento de las nociones contemporáneas de la globalización. Sin embargo, para entender las implicaciones de la globalización en pleno 2022, es necesario mirar a la perspectiva histórica, misma que abordaré en una siguiente entrega en este mismo espacio.

Notas

1 Véase: Hunt, L. Writing History in the Global Era, W. W. Norton & Company, Estados Unidos, 2014.

2 Véase: Fukuyama, F. The End of History and the Last Man, The Free Press, Estados Unidos, 1992.

3 Véase: Milanovic, B. Capitalism, Alone, Harvard University Press, Estados Unidos, 2019.

4 Véase: Harshe, R. “The Limits of Globalisation: Unveiling Resilience and the Primacy of the Nation State in World Politics”, en India Quarterly, 70.1, 2014, pp. 47–58.

5 Véase: Levitt, T. “The Globalization of Markets”, en Harvard Business Review, mayo 1983. Véase también: Ohmae, K. The Borderless World : Power and Strategy in the Interlinked Economy, Harper Business, Estados Unidos, 1990.

6 Véase: Gopal, S. “American Anti-Globalisation Movement: Re-Examining Seattle Protests”, en Economic and Political Weekly, 36.34, 2001,p. 3226–32.

7 Véase: World Bank, Globalization, Growth, and Poverty : Building an Inclusive World Economy, 2002.

8 Véase: Stiglitz, J. Making Globalization Work, W. W. Norton & Company, Estados Unidos, 2006.

9 Véase: Rodrik, D. Has Globalization Gone Too Far?, Institute For International Economics, 1997.

10 Véase: Stiglitz, J. Ob. cit.

11 Véase: Held, D. “Democracy and Globalization”, en Global Governance, 3.3, 1997, p. 251–67. Véase también: Simensen, J. “Democracy and Globalization: Nineteen Eighty-Nine and the “Third Wave””, en Journal of World History, 10.2, 1999, pp. 391–411.

12 Véase: Organización de las Naciones Unidas, The Dark Side of Globalization, 2013.

13 Véase: Held, D. Ob. cit.

14 Lindert, P y Williamson, J. “Does Globalization Make the World More Unequal?”, en Globalization in Historical Perspective, University of Chicago Press, Estados Unidos, 2003, pp. 227–76.

 

Oscar Rojano – Licenciado en historia por la UAM Iztapalapa, Especialista en historia económica por la Facultad de Economía de la UNAM y estudiante de la maestría en instituciones y economía política en la Universidad de Barcelona. Publicado originalmente en Nexos (México), febrero 2022.

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