EE.UU. tuvo un papel de liderazgo en el siglo XX, contribuyendo de manera decisiva en la creación y desarrollo tanto del Banco Mundial (BM) como del Fondo Monetario Internacional (FMI), convirtiéndose en su principal accionista y el mayor beneficiado con las políticas que aplican estas entidades en el resto del mundo. Como producto de esta tendenciosa influencia, dichas instituciones financieras acostumbran imponer fuertes condiciones al otorgar préstamos, las cuales generalmente involucran grandes ajustes estructurales en los estados receptores de los dineros y en muchos casos, han contribuido a profundizar las crisis y retrasar el crecimiento económico de los países supuestamente beneficiarios de estos créditos.
El objetivo que persigue USA con esta política es la creación de un mundo unipolar, el mundo al estilo estadounidense, pero en el siglo XXI, algunos países con suficientes capacidades empezaron a crear fuertes alianzas. Es así como finalizando la primera década del presente siglo se crea el bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que representa más del 40% de la población y cerca del 25 % del PIB mundial, es casi medio mundo y tiene el potencial suficiente para desafiar el sistema de señorío feudal impuesto por los norteamericanos durante el siglo pasado, el cual había logrado imponer el sistema de Bretton Woods, que se definió después de la conferencia de la ONU en 1944, cuando se decidió la creación tanto del BM como del FMI, usando el dólar como divisa de referencia internacional.
Durante muchas décadas, USA ejerció presión contra todos los países del mundo utilizando los petrodólares, aún en la actualidad sigue intentándolo – para conocer un análisis más detallado del asunto, ver “La Guerra de precios del Petróleo de 2.014” -. Sin embargo, la época de hegemonía del dólar más temprano que tarde llegará a su fin, el proceso de su derrumbe ya ha comenzado y está relacionado con el acuerdo energético entre Rusia y China, el más importante logrado hasta ahora, el cual prevé el uso más activo de sus propias monedas en las transacciones comerciales entre ambos países, en detrimento del empleo del tradicional dólar.
De otra parte, la mayor parte de las transacciones financieras mundiales se llevan a cabo a través del sistema internacional SWIFT, el cual está bajo control de los Estados Unidos y que también usan como herramienta de presión, amenazando excluir del sistema los bancos de las naciones que quieren afectar los norteamericanos.
Desde la crisis financiera del año 2.008, el FMI se ha concentrado en ayudar a las naciones industrializadas, en detrimento de los países emergentes. La baja capacidad de autocrítica en ésta entidad y la gran influencia ejercida por los norteamericanos en la toma de decisiones le ha dado características de instrumento ideológico utilizado para defender las políticas de su interés, con lo cual se ha venido reduciendo de manera sustancial la relevancia de la institución en el concierto mundial, puesto que como brazo financiero de apoyo ha sido incapaz de anticiparse a las turbulencias económicas y también ha resultado inocuo en el control de los flujos financieros que se orientan hacia los paraísos fiscales y al lavado de activos.
s en este contexto, que en el año 2.012 en desarrollo de la IV cumbre de los BRICS en Nueva Delhi en la India, que surgió la idea de crear EL NUEVO BANCO DE DESARROLLO, una entidad lo bastante fuerte como para hacer un importante contrapeso político a las entidades financieras del sistema internacional, además de facilitar los créditos a los países menos industrializados. Durante la Quinta Cumbre BRICS celebrada en Marzo de 2.013 los líderes de los BRICS acordaron formalmente la creación del Banco.
Pero fue el 15 de Julio de 2.014, durante la Sexta Cumbre BRICS 2.014 celebrada en la ciudad de Fortaleza en Brasil, que se definieron los principales fundamentos del NUEVO BANCO DE DESARROLLO: un capital autorizado de 100.000 millones de dólares, con un capital inicial suscrito de 50.000 millones, el cual es compartido por igual entre los fundadores. Con este gesto los estados miembro muestran claramente que es un proyecto prioritario, pues superan sus contribuciones al FMI y sus cuotas en el Banco Mundial, además de ser ampliamente democrático, ya que a pesar de las grandes diferencias en cuarto al PIB de cada uno de sus miembros, su participación y gobierno de la entidad es igualitaria.
También se estableció la creación de un fondo de reservas de emergencia, que va a cumplir un papel similar al que tiene el FMI, con fondos frescos e inmediatos en caso de crisis cambiarias y abrupta fuga de capitales. Este fondo estará dotado con 100.000 millones de dólares, de los cuales China aportará 41.000 millones, India, Rusia y Brasil 18.000 millones cada uno y los 5.000 millones de dólares restantes los asumirá Sudáfrica. En resumen, este fondo tiene por objeto proteger las fluctuaciones de las monedas de los países BRICS debidas a la especulación de los mercados de capitales.
El principal enfoque de los préstamos será para proyectos de infraestructura y de desarrollo sostenible, tanto en los países BRICS como en otros estados de ingresos medios y bajos que necesiten financiación, con bajos costos de transacción, pues no estarán atados a condiciones de estabilidad macroeconómica.
La gran atención prestada a las infraestructuras es lógica, pues la mayor parte de los países poseen construcciones poscoloniales que se están literalmente derrumbando y necesitan desesperadamente un importante incremento en las inversiones en esta acápite a largo plazo, de otra parte sus presupuestos nacionales no cubren más de la tercera parte de la inversión necesaria. No es por ello descabellado afirmar que se trata de un nuevo banco para responder a las necesidades generadas por un nuevo orden mundial, pues por primera vez en la historia el gasto en infraestructura supera al habitual gasto militar, por ello la financiación de infraestructuras actualmente es un instrumento geopolítico tan o más importante que las alianzas militares.
Podemos afirmar también que el NUEVO BANCO DE DESARROLLO (NBD) de los BRICS no solamente ha nacido como reacción al hecho de que los principales aportantes del Banco Mundial y el FMI se aferren tan fuertemente a sus excesivas cuotas de voto, sino que refleja además una filosofía diferente sobre la necesidad de dar primacía a las infraestructuras físicas sobre otras prioridades hacia las que se ha volcado el Banco Mundial en los últimos años. Desde una visión holística, todas las inversiones son importantes para una prosperidad y bienestar nacional equitativo, pero debemos tener muy claro que nada crea tanto empleo e impulsa verdaderamente la construcción del estado como las infraestructuras.
Gran ejemplo de democracia participativa es la designación de las diversas sedes y funciones: la sede estará en Shanghái, China, la oficina regional en Johannesburgo, Sudáfrica, India ganó la primera presidencia y Rusia será el primer director del NBD, por su parte Brasil será uno de los primeros beneficiados con los servicios de la nueva entidad para la construcción de las infraestructuras previstas para los Juegos Olímpicos de Verano de 2.015 en Rio de Janeiro y la mejora de su movilidad urbana en las principales ciudades de la nación suramericana.
Una crítica que se ha escuchado está basada en las grandes diferencias que existen entre los países BRICS y concluyen los analistas que eso será un gran escollo, pues China se dedica a la producción de manufacturas, India a los servicios, Brasil a los productos agropecuarios y minerales, en tanto que Rusia tiene su principal fuente de ingresos en los productos energéticos. En realidad, consideramos que esto es una gran fortaleza para el NBD, pues es el resultado de la unión entre economías no rivales y que resultan complementarias.
Ya aterrizando este tema a nuestro patio colombiano, el Presidente Santos, que ya ha mostrado interés en el tema, debería profundizar sobre el mismo, ya que es una gran oportunidad para nuestro país, tan necesitado de desarrollo de obras de infraestructura, obtenga una nueva alternativa de crédito blando, que compita con la que tradicionalmente hemos empleado y que nos ha impuesto tan onerosas condiciones.
Publicado originalmente en La Otra Opinión, mayo 2015.