En un mundo cada vez más globalizado, la pérdida y el desperdicio de alimentos por diversas razones contrastan con millones de personas sufriendo hambre, ello refleja una dolorosa paradoja.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), publicó en julio de 2014 un informe donde entrega datos mundiales sobre el desperdicio de alimentos. Este fenómeno se evidencia en toda la cadena de abastecimiento, desde el productor agropecuario hasta el consumidor final. La pérdida de alimentos es un obstáculo para la reducción de la pobreza, es la conclusión del informe.
Actualmente, 47 millones de personas sufren hambre en los países de América Latina y el Caribe, esto es un 7,9 por ciento de su población (595 millones), según estimaciones del informe en mención, a lo que se añade que con el desperdicio y pérdida a nivel de la venta minorista se podría dar calorías básicas al 60% de esta población (30 millones).
En esta región se pierde anualmente el 15 por ciento de los alimentos, equivalente al 6 por ciento mundial. El 28 por ciento de los desperdicios ocurre a nivel del consumidor, otro 28 por ciento de las pérdidas se presenta a nivel de producción, y un 17 por ciento de los desperdicios ocurre en mercado y distribución. Además, el 22 por ciento de las pérdidas se da durante el manejo y almacenamiento, mientras que el 6 por ciento restante ocurre a nivel de procesamientos, según estimaciones de la FAO.
India, China y África subsahariana son las regiones del mundo donde se sufre más hambre. Con un estimativo de 221, 142 y 204 millones de personas, que respectivamente padecen de esta necesidad, agrega la organización.
La FAO informó sobre la creación de la iniciativa Save Food, que vincula a 250 organizaciones mundiales a fin de desarrollar actividades que logren reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, según el informe.
Los bancos de alimentos, cuyo objetivo es rescatar a aquellos que perdieron sus condiciones comerciales pero que son un 100 por ciento aptos para consumo humano, y luego repartirlos entre la población vulnerable, es una estrategia que ha resultado exitosa en varios países.
Por ejemplo, la red de bancos de alimentos de México, BAMX, que reúne 61 sedes, logró recoger 112.800 toneladas de alimentos y entregarlas a más de 1.100.000 personas en el año 2013, de acuerdo a lo dado a conocer en la página oficial.
En el mismo contexto, el francés Baptiste Dubanchet, encontró una particular forma de dar a conocer al mundo la paradoja del desperdicio de alimentos. Él está recorriendo Europa y mientras va comiendo únicamente lo que encuentra en los botes de basura, demostrando así que los alimentos desechados son aún comestibles. Para dar a conocer este problema social creó la página «La faim du monde», donde publicó el proyecto, el cual contempla un recorrido de 3.000 kilómetros, desde París hasta Varsovia, recorriendo en bicicleta las grandes ciudades de este continente.
“La cantidad de alimentos que se desperdicia y pierde a nivel mundial es escandalosa”, dijo Jim Yong Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial, durante la presentación del informe “Alerta sobre el aumento de precios de los alimentos”, el 27 de febrero de 2014, agregando que “cada día en todo el mundo, millones de personas se van a dormir con hambre y, sin embargo, millones de toneladas de alimentos terminan en la basura o se malogran durante el transporte a los mercados».
Yong Kim resaltó que «debemos encarar este problema en cada país para mejorar la seguridad alimentaria y poner fin a la pobreza”.
En el mismo sentido, en el blog voces del banco mundial, el economista José Cuesta afirmó que “América del Norte y Oceanía pierden y desperdician casi la mitad de lo que producen: ¡El 42 %! Más del 50% de la comida que se pierde y desperdicia en los países desarrollados sucede durante el consumo de la misma, por lo general como resultado de la decisión deliberada de tirar los alimentos”.
“Pero la pérdida y el desperdicio de alimentos son mucho más que solo números; no son simplemente otra vergüenza de los ricos o una ironía absurda. Esta situación es un reflejo prototípico del mundo en que vivimos hoy en día”, concluye el economista Cuesta.
Redactado por Ramiro Ortiz para La Gran Época, 7 agosto 2014, aquí …