¿Desde dónde mirar la globalización?

GlobalTelescopiopor Eduardo Gudynas – ¿Existe un sitio desde el cuál se pueda mirar lo que sucede en el mundo? ¿Es posible identificar un centro de la globalización? Este tipo de preguntas me asaltan una y otra vez después de leer distintos análisis sobre la globalización. Por ejemplo, el analista británico Timothy Garton Ash sostiene que hay un lugar privilegiado, un mirador desde donde todo se puede ver: el Foro Económico de Davos. Este historiador considera que sólo la Luna es un lugar mejor, pero una vez dentro de nuestro planeta, Davos “ofrece una instantánea como ninguna otra de los problemas y las oportunidades existentes en el mundo vistos desde la cumbre”.

La reunión de jefes de Estado y ricos empresarios en la localidad suiza de Davos sería una nueva Roma, donde todos los caminos conducen a ella, y desde allí se controla lo que sucede en el mundo conocido. Lo que se encuentra por fuera de ese espacio sería irrelevante para la marcha de la sociedad. Seguramente los romanos pensaban de esa manera, y otro tanto supongo que debería ocurrir con los emperadores chinos en Beijing o con el papel de Cusco en el Imperio Inca.

Garton Ash sustenta esa importancia de Davos en entender a la globalización como un proceso esencialmente económico, y en ese campo los actores privilegiados son las grandes empresas. Sin embargo, ese analista reconoce que en la actualidad el poder se encuentra más repartido, en un sentido “vertical” así como “horizontal”. Estados Unidos, y en especial la Casa Blanca, ha dejado de ser el centro del mundo, y ahora se han sumado nuevos procesos y actores que condicionan y redefinen las capacidades de los Estados a nivel global, tales como las empresas, las agencias internacionales, las redes terroristas y los movimientos sociales. Pero de todos modos, según Garton Ash, los grandes jugadores en esta partida serían las empresas, sus ejecutivos. El analista agrega que “nadie –con la posible excepción del secretario general de la ONU– tiene una perspectiva más de conjunto” que las grandes empresas.

Habría que preguntarse si esta es una posición adecuada, y en particular si lo es para América Latina. Es cierto que muchas de las decisiones que toman las empresas que se reúnen en Davos generan efectos globales que impactan sobre América Latina (como por ejemplo las alzas y bajas en los precios de los energéticos o los minerales). Pero me pregunto si no es igualmente enriquecedor “observar” la globalización desde otros “miradores”. Por ejemplo, alguna de las grandes ciudades latinoamericanas.

Algunos afirmarán que hoy por hoy el mejor lugar sería La Paz, en Bolivia, Quito en Ecuador, o especialmente Caracas en Venezuela, porque allí se estaría enfrentando el orden global actual. Otros insistirán en que el “verdadero” mirador aparece en las múltiples voces que se dan cita en el Foro Social Mundial, el último de los cuales se celebró en Kenia. Precisamente esos foros se iniciaron como contracara al encuentro en Davos, ofreciendo un lugar de encuentro y expresión a la sociedad civil.

Pero es difícil asegurar que esos sean los lugares más adecuados, ya que incluso en la villa más pequeña o el pueblo más apartado, también nos involucramos de una u otra manera a la globalización. Los campesinos de la sierra peruana, o los indígenas de la Amazonia ecuatoriana, también tienen su mirada sobre el mundo, y reconocen perfectamente muchos de los impactos de la globalización. Allí se encuentran aspectos de la globalización que nunca se expresarían en los discursos empresariales de Davos, y por lo tanto encierran otras aristas de una situación que es mucho más compleja y que trasciende el plano económico.

La pretensión de un lugar privilegiado para observar todo el planeta, y ubicarlo precisamente en Europa, tiene además una cierta petulancia heredera de la larga historia colonial europea. Desde el Renacimiento el mundo era ordenado y repartido desde Madrid o Lisboa, y después desde Londres o París.

Más allá de problemas, la insistencia en buscar un centro, o unos pocos centros, en la globalización, expresa una convicción profundamente arraigada. América Latina vive una relación ambivalente con esas nociones, ya que por un lado reclama su protagonismo y por lo tanto ataca la idea de un mirador universal, pero por otro lado buena parte de sus cuestionamientos sobre la globalización se basan en denunciar la existencia de un centro desde donde se originan todos los problemas. En unos momentos ese centro se encuentra en la Casa Blanca, en otras ocasiones son las reuniones del Banco Mundial y el FMI, y al menos una vez por año se lo encuentra en Davos.

A mi modo de ver no existe un centro de la globalización, ni un balcón desde donde se puedan ver todos los acontecimientos globales. Esto no quiere decir que el Foro Económico de Davos sea irrelevante, sino que por cierto es muy importante debido a que algunos de sus participantes toman decisiones claves en los vaivenes de la globalización económica. Pero esos empresarios también se reúnen en otros foros a lo largo del año, y otros actores sociales también intervienen en esos vaivenes globales.

La noción de mirador privilegiado también es insustentable debido a que la globalización no puede ser reducida a su dimensión económica. En efecto, los procesos globales también encierran cambios políticos, culturales, ambientales y sociales. Así como unos sostienen que la globalización económica se origina en el Foro de Davos, otros dirán que la mundialización cultural se inicia en Hollywood. Pero cualquiera de los dos albergan fuerzas contrarias que se originan desde otros sitios, muchos de ellos en el sur. Todas estas dimensiones de la globalización están superpuestas, y ellas surgen desde los más diversos sitios, y generan impactos en múltiples localidades.

Cada uno de nosotros se vincula a la globalización desde su propio lugar, y esa geografía personal es la que marca la mirada que tenemos sobre el mundo. Por lo tanto no existe algo así como el “mejor lugar” para observar la globalización, ya que cada una de esas circunstancias genera sus propias coordenadas, sus demandas y sus exigencias frente al mundo. Tampoco pueden reducirse los abordajes analíticos a enfocar solo unos actores, como los empresarios, o a un tipo de procesos, como sus decisiones sobre los flujos de capital. Esto se debe a que otros protagonistas, como la sociedad civil, también juegan roles claves en las cuestiones mundiales, y a su vez inciden sobre toda clase de procesos internacionales (como por ejemplo, monitoreando el papel de los bancos internacionales o exponiendo la corrupción financiera).

Si es cierto que, como recuerda Wolfgang Sachs, la conciencia de nuestra globalidad en realidad ocurrió cuando observamos las primeras fotos de la Tierra tomadas desde el espacio, resulta claro que allí no hay un centro. En la silueta del planeta, una esfera azul y blanca, todos están jugando un papel en el mundo actual.

Nota

Garton Ash, T. “Davos muestra que el poder baraja y da de nuevo”. Clarín, Buenos Aires, 28 de enero de 2007.

 

E. Gudynas es analista de información en CLAES – D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina). Publicado originalmente en Peripecias Nº 34 el 7 de febrero 2007. Se permite la reproducción del artículo siempre que se cite la fuente. Licencia de Creative Commons con algunas restricciones