«Robotcalipsis Now»: ¿y si la teoría del fin del trabajo hace agua?

por Ezequiel Burgo – A pesar de las posiciones pesimistas, la experiencia en EE.UU. muestra que la robotización no implica caída en el empleo. Y en Argentina, en los últimos 20 años, subió el número de trabajadores que desempeñan tareas rutinarias. ¿’El fin del trabajo’ es un mito?

 

* Pese a cuatro décadas de inventos reemplazando mano de obra, el empleo en relación a la población total aumentó en EE.UU.

* En los últimos 20 años, en Argentina, las máquinas no reemplazaron aún las tareas rutinarias de las personas que requieren atención y otras capacidades mentales.

* EE.UU. perdería sólo 1 punto de empleo si en los próximos diez años se cuadriplica la población de robots.

Contra muchas de las posiciones pesimistas y sombrías que hoy abundan, el jueves se escucharon estas y otras aserciones optimistas en el seminario organizado por el Boletín Informativo Techint donde se habló de las perspectivas del empleo ante al avance de la robotización.

Por ejemplo David Autor, un profesor del Massachusetts Institute of Technology y considerado una de las máximas autoridades a nivel mundial en la cuestión, contó que el número de empleados bancarios en EE.UU. que desempeñan tareas en las cajas no cayó ante el aumento en el número de cajeros automáticos.

Por supuesto que aquello que es cierto para un sector no lo es para el resto de la economía, sostuvo Autor. La proporción de la población hace 150 años que trabajaba en el campo era 55% y ahora es sólo 2%.

Autor tiene una máxima: si los robots avanzan tan rápido, ¿por qué se siguen creando empleos en el mundo y no se acaban de una vez? Este profesor del MIT sostiene que, a medida que la economía mundial se vuelve más rica, las personas inventan nuevos servicios y tecnologías. “Por ahí no las necesitamos: la invención es la madre de la necesidad”, dijo Autor, un concepto que, vale la pena recordar, no resulta del todo original: John Kenneth Galbraith desarrolló esta idea hace 60 años en “La sociedad afluente”.

Siguiendo con el debate, “el fin del empleo no es algo que exista”, se escuchó en Catalinas. En definitiva la economía de EE.UU. agregó 16,6 millones de empleos desde la salida de la crisis de Lehman Brothers. Es cierto que economistas como Tyler Cowen enfatizan que la mayoría de esos empleos nuevos son de calidad menor a los preexistentes. Y algo de esto se escuchó en el encuentro: la polarización del mercado laboral existe. Lo que los economistas llaman, en inglés, job polarization.

¿De qué se trata esto? Básicamente que los puestos de trabajo que ganan más lugar en la economía son o de muy alta calificación (Silicon Valley) o de muy baja (Starbucks). Y que los empleos de calificación ‘media’ son más sujetos a reemplazo por la automatización y los robots. En 1979 el 61,1% de los trabajos en EE.UU. respondían a una calificación media y hoy sólo es el 43%. El empleo industrial en EE.UU. cayó 32% entre 1999 y 2016.

Carl Benedict Frey, profesor de la Universidad de Oxford, expuso en su turno el hallazgo que lo hizo famoso: el 47% de los empleos en EE.UU. enfrenta una probabilidad alta de ser reemplazados en la próxima década por robots.

La Argentina resulta un rancho aparte en este debate. No sólo porque la discusión del cambio tecnológico cabe a economías desarrolladas, en la frontera de sus posibilidades, y la Argentina no solo no es desarrollada sino que tampoco está en la frontera de sus posibilidades: su riqueza sigue empantanada en el mismo lugar hace seis años. Dicho esto, un estudio del Banco Mundial comentado en el evento arroja luz de que el número de trabajadores en tareas cognitivas rutinaria aumentó en los últimos 20 años en el país, un fenómeno que no sucede en los más desarrollados. ¿Qué son las tareas rutinarias cognitivas? Aquellas que no son repetitivas a cada instante de ser efectivizadas, o sea, no son manuales y necesitan de una tarea mental, por tomar un caso, un empleo en la administración público o privada, o ya sea un servicio de correo.

Por ahora solo caben hipótesis para explicar esta ‘rareza argentina’: el costo del capital en Argentina es más caro que en lugares más desarrollados, el empleo público generó 169.737 puestos en los últimos tres años –la mitad del trabajo asalariado creado- y a veces hay decisiones políticas que sostienen tareas rutinarias. Se mencionó cómo el Banco Central y el Gobierno, presionados por Moyano, flexibilizaron la norma de suprimir los resúmenes bancarios de papel. Por su puesto, estas tres cuestiones son las que el Gobierno aspira a modificar: el costo del capital, el empleo público y el poder de Moyano.

La edición del jueves del Boletín Techint, la decimotercera, resultó una de las más convocantes de los últimos años. El auditorio estuvo repleto de economistas de la citi, académicos y ex funcionarios como Miguel Angel Broda, José Luis Machinea, Luis María Fanelli, Ariel Coremberg, entre otros, que fueron a escuchar las perspectivas del empleo ante la aceleración del cambio tecnológico.

En primera fila, el CEO del grupo Techint, Paolo Rocca, escuchó las exposiciones de Autor y Frey.

Por la pata local, expusieron el viceministro de Hacienda, Sebastián Galiani, el líder de los programas pobreza y educación del Banco Mundial en Argentina y otros países de la región Rafael Rofman y el economista Sebastián Campanario.

Galiani citó un paper de Acemoglu y Restrepo (2017), que delinea el peor escenario posible: el ratio de empleo en EE.UU. caería sólo 1 punto porcentual si se multiplican por 4 los robots en 10 años. “No hay que temerle al cambio tecnológico”, dijo Galiani. “No hay elementos en la Historia para temerle”.

Publicado originalmente en Clarín (Argentina), 26 de agosto 2017, aquí…