De la globalización a la “globocolonización”

por Oscar Figueredo Reinaldo – El advenimiento de la era global más allá de impactar en las relaciones económicas y políticas de los pueblos del tercer mundo ha generado grandes preocupaciones ante el peligro de la pérdida masiva de las culturas nacionales.

El intercambio masivo de información, impulsado por los adelantos tecnológicos y las influencias supranacionales han sido bautizados con el nombre de mundialización o globalización y definido como una segunda modernidad, que marca todos los aspectos de la vida del hombre contemporáneo.

Según la investigadora y profesora titular de la Universidad de La Habana Sonia Almazán de Olmo “en cualquier lugar del mundo, sea el norte o el sur, la globalización se ha hecho presente, entendida como un fenómeno flamante se le ve como una nueva era en la historia de la humanidad, casi como un nuevo proceso civilizatorio en cienes.”

Se hace necesario reconocer entonces, que este fenómeno ha alcanzado una mayor connotación y al decir del escritor Alberto Acosta en su libro Alcance y limitaciones de la globalización “el globo se ha hecho más compacto en términos espaciales y de tiempo y aquí radica lo realmente nuevo de la globalización en siglo XX”.

Sin embargo las mayores preocupaciones se centran en que este fenómeno a partir de los países de mayor desarrollo, se convierte en un medio de difusión de los modelos de vivir y pensar de estos territorios.

Se produce una influencia cultural básicamente norteamericana sobre el resto del mundo, llamada en las naciones europeas americanización, macdonalización o disneylandización, y que encuentra resistencia en las culturas locales de numerosos países.

“Esa influencia abarca tanto elementos ideológicos como económicos que invaden nuestra existencia y nuestras costumbres sociales de múltiples formas, al introducir hábitos de consumo de nuevos productos, modas, etc… que inadvertidamente van homogeneizando a los individuos y los pueblos” expresó la investigadora del Centro de Estudios y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, Martha Esquenazi.

Hay que tener en cuenta que en todo este proceso de cambios culturales a que se ve abocada la humanidad, se presentan diversas formas o manifestaciones de transculturización y resistencia, al igual que en otros momentos de la historia.

Esa resistencia cultural noes otra cosa que una manifestación nacional y surge como respuesta al peligro de extinción de los que se consideran valores propios.

La investigadora Esquenazi considera que la identidad de valores o expresiones culturales y populares de una nación estriban en la diferencia de concepción que se tenga frente al fenómeno cultural general y en la diversidad de los enfrentamientos de los actores con su propio medio.

“En las expresiones populares y folclóricas descansan gran parte de la personalidad de un pueblo, y es que en todo proceso cultural la tradición representa la raíz de la actividad cultural del pueblo, siendo la tradición en donde se asientan los valores que caracterizan la cultura de un pueblo, de ahí la resistencia y respuestas autóctonas y nacionalistas.” Agregó Esquenazi.

El impacto de la globalización hacia la segunda mitad del siglo XX y los inicios del presente siglo tiende a borrar estas expresiones populares, sobre todo en las grandes ciudades, donde se tiene mayor acceso a las nuevas tecnologías.

No obstante, como se expresado, las culturas populares tradicionales de cada nación no desaparecen totalmente, sino que se producen diversas adaptaciones y transformaciones, de acuerdo con los cambios sociales que están teniendo lugar.

En otro ámbito, habría que destacar la influencia que sobre el séptimo arte ha tenido el proceso globalizador, siendo uno de los más afectados a escala global.

Muestra de ello es el traspaso de una forma de mercadotecnia cinematográfica norteamericana a la India, país donde la industria del Séptimo Arte ha copiado literalmente a la de los Estados Unidos y no ha aportado muchos elementos característicos de su nación a esta rama de la cultura.

Sobre este fenómeno generalizado expresó el director cinematográfico Quentin Tarantino en una entrevista en la edición 47 del Festival de Cannes, quien analizaba el proceso globalizador como elemento clave en la pérdida de diversidad cultural.

“A nadie parece extrañarle ver filmes japoneses y de otras nacionalidades que reproducen las patrones fílmicos norteamericanos y cuyos actores hablan inglés”

Además otro elemento fundamental está en que el cine de estrellas norteamericano ha banalizado en cierta medida los cánones del buen cine, ya que haprivilegiado el reconocimiento de los filmes por el reparto de actores y no por la calidad de la obra.

“Las personas ya no ven las películas por su guión, su buen uso de las técnicas cinematográficas o la correcta exposición de la historia en la pantalla, sino que consumen el filme por la presencia en el proyecto de actores o directores reconocidos a escala global”, aseveró el director cinematográfico Tim Burton en una entrevista al New York Times.

Otro de los aspectos fundamentales radica en la sujeción de la cultura a la lógica economicista, la cual influye directamente en la evolución de la sustancia misma de las culturas.

La generalización y la popularización a escala mundial de los valores de la sociedad de consumo, iniciada hace varios decenios, provocan un verdadero cambio de mentalidades, de costumbres y de ética, tanto en las élites sociales como en las clases más desfavorecidas.

“Si, para la gente del pueblo, el consumo continúa siendo un vector fundamental en la producción de sentido y de valores, los verdaderos valores que circulan en la cultura globalizada son el abandono del compromiso social, político y moral de las élites en favor de la búsqueda del triunfo personal y de estrategias carreristas.”

Expresó Burhan Ghalioun, Profesor de Sociología Política de la Universidad de la Nueva Sorbona de París en su ensayo Identidad Cultural de los pueblos y retos de la globalización.

Entre tanto en el campo latinoamericano existen problemas en cuanto al respeto de los valores culturales autóctonos en contra del mercantilismo deformante. Es una lucha incesante que se manifiesta en Perú, Ecuador, Chile, Bolivia y prácticamente toda Latinoamérica.

Los debates en Europa giran más bien en torno a problemas de tipo teórico, como la definición de cultura popular, que se concibe como la integración de elementos de diversa procedencia en una nueva cultura mediático-masiva marcada por la tendencia a la globalización.

Por último otro de los fenómenos que ha propiciado la globalización es el desarrollo turístico, el cual es otro hecho que ejerce influencia sobre el desarrollo de la cultura popular tradicional.

El hombre actual, en su búsqueda de valores culturales tradicionales, tal vez perdidos en su lugar de origen, se dirige a otras regiones donde las tradiciones todavía se encuentran vigentes y desea apropiarse de una parte de ese saber y ese arte para llenar el vacío espiritual que siente.

“El desarrollo del turismo propicia e incentiva la aparición de un nuevo tipo de mercado que comercializa estos productos de la cultura popular tradicional. Respondiendo a la ley de oferta la demanda, muchos artesanos, músicos o danzantes realizan una adaptación de sus manifestaciones artísticas para que les resulten comprensibles y agradables a sus clientes. “Explicó la investigadora cubana Martha Esquenazi.

En Cuba, pueden observarse fenómenos con respecto al turismo, como la creación de objetos artesanales con elementos tradicionales, pero que en realidad están hechos para agradar al visitante y no son totalmente genuinos.

Según el mexicano Néstor García Canclini si la globalización logra su objetivo, dentro de dos o tres generaciones nos enfrentaremos a un mundo culturalmente homogéneo y desteñido, donde no existirán diferencias culturales entre los grupos humanos y en el que solo se producirán y se consumirán productos culturales hechos para la venta.

“De la misma forma en que hoy día se producen y venden hotdogs y papas fritas insípidas en sobres de nailon con dibujitos, sin mayor sentido que el de señalar el nombre del productor y el precio del producto. Tal vez se cumplirá algo que vi en una película de ciencia ficción, donde los protagonistas cantaban con nostalgia viejos jingles publicitarios.”

Las claves para solucionar esta crisis globalizadora pudiese estar en no declararle la guerra a algo que puede ser aprovechado en sentido inverso al objetivo con que se implantó: comercializar productos para crear una cultura homogénea.

Lejos de rechazarla, debemos insertarnos en ella, algo ya dicho por Jesús Martín Barbero y que puede darnos un amplio campo para conocer mejor al Caribe, Latinoamérica y el resto del mundo, y también dar a conocer la nuestra, fomentando con mayor fuerza la cultura que nos une.

O. Figueredo Reinaldo es periodista cubano. El presente artículo fue publicado en CubaDebate, 12 febrero 2013.