Adiós al petróleo

por Gerardo Honty – El precio internacional del petróleo alcanzó este mes una marca a la que nunca antes había llegado. La gran prensa mundial asocia esto con la inestable situación en Iraq y el generalizado conflicto en todo el Medio Oriente. Sin embargo este nivel del valor del crudo puede tener otra razón: llegamos al «techo». Estamos entrando en la pendiente de la escasez debido al agotamiento del recurso, y ya no habrá más petróleo barato. Es curioso que a pesar de toda la evidencia científica acumulada en los últimos años, esta causa no aparezca mencionada con mayor frecuencia en los análisis económicos y políticos de estos días.

La predicción de Hubbert

Hace casi cinco décadas atrás, en el año 1956, un ingeniero de la Shell, King Hubbert, analizó el ciclo de vida de los pozos petroleros y llegó a la siguiente conclusión: cada pozo tiene un rendimiento creciente en su nivel de extracción diaria hasta que se llega a la mitad de su reserva. Una vez llegados a este nivel, la capacidad de producción de esos pozos es cada vez menor hasta que se agota completamente.

Esta hipótesis dio lugar a lo que luego se conoció como la «campana de Hubbert». Esta describe el aumento progresivo de la capacidad de producción diaria de petróleo de un pozo hasta un techo -momento en que se explotaron la mitad de las reservas- luego de lo cual comienza su vertiginosa caída. Con esta hipótesis como guía, Hubbert predijo en 1956 que los pozos de los 48 estados de EEUU. llegarían a su techo en 1969. Hubbert se equivocó. Por poco. El techo de producción de crudo se alcanzó en Estados Unidos en 1970.

Prediciendo el fin petróleo

Utilizando la misma campana y la misma hipótesis, Colin Campbell y Jean Laherrère escribieron en 1998 un artículo para la revista académica «Scientific American», donde analizan la situación de los pozos petroleros en todo el mundo. El artículo se llamó «El fin del petróleo barato» y utilizando la metodología que había dado tanto éxito a Hubbert en su predicción sobre los pozos de EEUU, concluyen que el techo de la producción mundial se alcanzaría en el 2003.

Según este trabajo, el volumen de producción mundial diaria de petróleo alcanzaría su máximo histórico en 2003 y luego comenzaría a decrecer indefectiblemente. Esta curva decreciente de la producción petrolera al intersectar la curva ascendente de la demanda de crudo, ocasionaría una suba constante del precio del petróleo a partir de ese año.

Hay decenas de trabajos que siguieron esta línea de pensamiento. L.B Magoon de la gubernamental United States Geological Survey dice que también la ex Unión Soviética ha llegado a también a este techo en 1987. Jeremy Rifkim en su libro «La economía del Hidrógeno» (2002) analiza varias de estas investigaciones y otras más, y llega a la misma conclusión e identifica la tecnología del hidrógeno como la única vía posible para el futuro.

Tanta es la información disponible que hasta se ha creado una asociación de científicos dedicados especialmente a estudiar este tema: “The Association for the Study of Peak Oil and Gas”, quienes estiman actualmente que el techo se alcanzará en el 2005.

¿Es correcta la predicción?

Quienes no creen que estemos a las puertas del fin de la era del petróleo argumentan que siempre que ha habido amenazas similares se han encontrado nuevos pozos. Esto es cierto a medias. En realidad los nuevos pozos que se encuentran son cada vez menores e incorporan menos reservas de las que se consumen. Por ejemplo durante la década de 1990 se descubrieron pozos con reservas que promediaban unos 7.000 millones de barriles cada año, mientras que en el mismo plazo se consumieron un promedio de 21.000 millones de barriles anuales. Actualmente la producción alcanza los 27 mil millones de barriles por año y -si la hipótesis de Campbell y Laherrère es correcta- nunca más superaremos esta marca. Según los autores, este nivel podría llegar a mantenerse hasta el 2010, pero luego comenzaría el incontenible declive. Para el gas natural se prevé un destino similar aunque el techo en este caso se alcanzaría en el año 2015.

Hay sospechas bastantes bien fundadas de que no hay más grandes pozos con petróleo por descubrir. Podrán encontrarse algunos nuevos yacimientos, pero por ahora no hay evidencia que permitan esperanzas de cambios sustanciales. En la actualidad el 80% del petróleo que se extrae proviene de pozos descubiertos en 1973 y que están llegando a su techo de producción como los del Medio Oriente.

¿Es esto una noticia-catástrofe?

En absoluto. Ya vendrán otros combustibles, otras formas de uso y apropiación de la energía; quizás otra forma de organizar la producción y la vida. Lo importante de estos hechos es que nos obligan a prepararnos. Aprontarse para una vida sin petróleo, sin gas. ¿Vale la pena invertir en oleoductos, gasoductos, redes de comercialización de hidrocarburos? Si una característica tiene la matriz energética es la lentitud y lo costoso de su modificación. En general las inversiones en el sector de la energía tienen largos plazos de amortización por lo que toda decisión tomada hoy tiene repercusiones para los próximos 30 años. ¿Nuestros gobiernos van a seguir invirtiendo en un energético que será cada vez más caro como el gas natural y el petróleo? O por el contrario, los gobiernos deberían apostar a las tecnologías que serán cada vez más baratas como el hidrógeno, la energía solar o la eólica.

La noticia no es lo catastrófico. Lo catastrófico puede ser el destino al que las decisiones de los gobiernos nos lleven en la medida que no tengan en cuenta estos datos.

G. Honty es investigador asociado de D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad América Latina) y director del Centro Uruguayo en Tecnologías Apropiadas (CEUTA).